El almuerzo de los remeros de Renoir: el impresionismo que te invita a la mesa
¿Te gustaría compartir un almuerzo con unos amigos en una terraza junto al río? ¿Disfrutar de la buena comida, la conversación animada y el paisaje soleado? Eso es lo que te propone Pierre-Auguste Renoir con su obra maestra ‘El almuerzo de los remeros’, una de las pinturas más famosas del impresionismo. En este artículo te voy a contar todo lo que necesitas saber sobre esta obra de arte, desde su contexto histórico y artístico hasta su análisis técnico e iconográfico. También te revelaré algunos secretos que esconde esta pintura, como las restauraciones y modificaciones que ha sufrido a lo largo del tiempo. ¿Te apuntas a este viaje al siglo XIX? ¡Pues sigue leyendo!
Un día de fiesta en la Francia de la Belle Époque
Para entender mejor ‘El almuerzo de los remeros’, tenemos que situarnos en la época en la que fue pintado. Estamos en el año 1881, en plena Belle Époque, un periodo de prosperidad económica, social y cultural que vivió Francia entre finales del siglo XIX y principios del XX. La industrialización, el desarrollo de los transportes y las comunicaciones, y el auge de la burguesía favorecieron el surgimiento de una nueva forma de ocio y de cultura.
Los parisinos empezaron a frecuentar los cafés, los teatros, los cabarets, los museos y las exposiciones. También se aficionaron a los deportes, como el ciclismo, el tenis o el remo, y a las escapadas al campo o a las afueras de la ciudad, donde podían disfrutar de la naturaleza y de la vida al aire libre.
En este contexto, Renoir, que era uno de los principales representantes del impresionismo, un movimiento artístico que rompía con las normas académicas y buscaba captar la realidad de forma espontánea y luminosa, decidió pintar una escena de la vida cotidiana de su entorno. Para ello, eligió como escenario la Maison Fournaise, un restaurante situado en la isla de Chatou, a unos 15 kilómetros de París, al que solía acudir con sus amigos y colegas.
Allí, en una terraza con vistas al río Sena, retrató a un grupo de 14 personas, entre las que se encuentran algunos personajes reales, como el pintor Gustave Caillebotte, el coleccionista Charles Ephrussi, la actriz Angèle Legault o la hija de los dueños del restaurante, Alphonsine Fournaise, que aparece en primer plano junto a un joven desconocido.
La magia del color y la luz
Si hay algo que llama la atención de ‘El almuerzo de los remeros’ es el uso del color y la luz que hace Renoir. El pintor consigue crear una atmósfera alegre y festiva, llena de vida y movimiento, gracias a la aplicación de pinceladas sueltas y vibrantes, que se mezclan en el ojo del espectador. Renoir utiliza una paleta de colores cálidos y brillantes, que contrastan con los tonos más fríos y oscuros del fondo.
Así, resalta el blanco de los manteles, los platos y las servilletas, el rojo de los sombreros, las corbatas y los vestidos, el azul del cielo y del agua, el verde de las plantas y el amarillo de las flores. También juega con la luz, que entra por la pérgola y se refleja en las superficies, creando efectos de sombras y brillos. Renoir logra así transmitir la sensación de un día soleado y caluroso, en el que los personajes disfrutan de su tiempo libre.
La composición: un equilibrio entre el orden y el caos
Otro aspecto interesante de ‘El almuerzo de los remeros’ es la composición, que revela la habilidad de Renoir para organizar el espacio y los elementos de la escena. A primera vista, la pintura puede parecer un poco caótica y desordenada, ya que hay muchos personajes, objetos y detalles que se superponen y se entrecruzan.
Sin embargo, si observamos con más atención, podemos ver que Renoir sigue una estructura simétrica y equilibrada, que se basa en dos ejes: el horizontal, que divide la escena en dos partes, la superior, donde se sitúa el grupo de los remeros, y la inferior, donde se ubica el grupo de los comensales; y el vertical, que marca el centro de la pintura, donde se alinea la pérgola, el árbol, el mástil del barco y la figura de Alphonsine.
Además, Renoir utiliza algunos recursos para crear profundidad y perspectiva, como el tamaño de los personajes, que se va reduciendo a medida que se alejan del primer plano, o la línea del horizonte, que se sitúa en la parte superior de la pintura, dejando ver el paisaje del río y la orilla opuesta.
La iconografía: descifrando los significados ocultos
Aunque ‘El almuerzo de los remeros’ es una obra de arte que se inspira en la realidad, también tiene algunos elementos simbólicos y alegóricos, que le dan un sentido más profundo y complejo. Por ejemplo, algunos críticos han señalado que la pintura es una representación de las cuatro estaciones del año, ya que cada uno de los cuatro grupos de personajes que aparecen en la escena se asocia con una de ellas.
Así, el grupo de los remeros, que están vestidos con ropa ligera y de colores claros, simbolizaría la primavera; el grupo de los comensales, que lucen ropa más elegante y de colores más intensos, representaría el verano; el grupo de las dos mujeres que están de pie junto al árbol, que llevan sombreros y abanicos, evocaría el otoño; y el grupo de los dos hombres que están sentados en el fondo, que visten trajes oscuros y sombreros de copa, aludiría al invierno. De esta forma, Renoir estaría expresando el paso del tiempo y el ciclo de la vida.
Otro elemento simbólico que se ha interpretado en ‘El almuerzo de los remeros’ es el de la pareja formada por Alphonsine y el joven desconocido, que se sitúa en el centro de la composición y que parece estar aislada del resto de los personajes. Algunos estudiosos han sugerido que esta pareja podría ser una referencia al mito de Orfeo y Eurídice, dos amantes de la mitología griega que fueron separados por la muerte.
Según esta lectura, el joven sería Orfeo, que intenta rescatar a su amada Eurídice del inframundo, representado por el fondo oscuro de la pintura, y Alphonsine sería Eurídice, que mira hacia atrás, rompiendo la condición que le había impuesto Hades, el dios de los muertos, para volver a la vida. Así, Renoir estaría plasmando el tema del amor y la pérdida, que es recurrente en su obra.
Restauraciones y modificaciones: la historia oculta de una obra de arte
‘El almuerzo de los remeros’ no siempre ha sido como lo vemos hoy en día. De hecho, la pintura ha sufrido varias restauraciones y modificaciones a lo largo de su historia, que han alterado su aspecto original. Una de las más importantes fue la que realizó el propio Renoir en 1882, un año después de terminar la obra.
El pintor decidió recortar los bordes de la pintura, eliminando unos 10 centímetros por cada lado, para darle más dinamismo y concentración a la escena. Así, se perdieron algunos detalles, como el brazo de una mujer que aparecía en el extremo izquierdo, o el rostro de un hombre que se veía en el extremo derecho. También se modificó la proporción de la pintura, que pasó de ser casi cuadrada a ser más alargada.
Otra modificación que sufrió ‘El almuerzo de los remeros’ fue la que le hizo el marchante de arte Ambroise Vollard, que compró la obra en 1894. Vollard decidió añadir unos falsos márgenes a la pintura, pintando sobre el lienzo original, para hacerla más grande y aumentar su valor. Así, se crearon unas falsas sombras y unas falsas pinceladas, que se extendían por los cuatro lados de la obra.
Estas adiciones fueron descubiertas en 1984, cuando la pintura fue sometida a una restauración en el Instituto de Arte de Chicago, donde se encuentra actualmente. Los restauradores decidieron eliminar los falsos márgenes, recuperando el aspecto que le había dado Renoir en 1882.
El almuerzo de los remeros de Renoir: una invitación a la felicidad
Como has podido comprobar, ‘El almuerzo de los remeros’ es una obra de arte fascinante, que nos muestra una escena de la vida cotidiana de la Belle Époque, llena de color, luz y movimiento. Renoir nos invita a participar de la alegría y el afecto que se respira en la terraza de la Maison Fournaise, donde se reúnen sus amigos y colegas. Al mismo tiempo, nos hace reflexionar sobre el paso del tiempo, el ciclo de la vida, el amor y la pérdida, a través de los elementos simbólicos y alegóricos que esconde la pintura. ‘El almuerzo de los remeros’ es, sin duda, una obra maestra del impresionismo, que nos transmite la belleza y la emoción de un momento irrepetible.