El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha: la obra que revolucionó la literatura universal
La locura más cuerda de la literatura
Don Quijote de la Mancha, publicada en dos partes (1605 y 1615), es considerada la primera novela moderna y una de las obras cumbre de la literatura universal. Miguel de Cervantes creó esta obra maestra durante el Siglo de Oro español, en un contexto de transición entre el Renacimiento y el Barroco. La historia del hidalgo Alonso Quijano, quien enloquece tras leer demasiados libros de caballerías y decide convertirse en caballero andante bajo el nombre de Don Quijote, trasciende su época para convertirse en un símbolo universal de idealismo y lucidez dentro de la aparente locura.
¿Te has preguntado alguna vez si Don Quijote estaba realmente loco o era el más cuerdo de todos nosotros? Porque vamos a ver, ¿quién no ha sentido alguna vez que este mundo necesita más justicia y menos molinos convertidos en gigantes corporativos? Lo fascinante es que Cervantes creó un personaje en crisis existencial cuatro siglos antes de que se pusiera de moda tenerlas. Don Quijote es como ese amigo idealista que todos tenemos, el que se empeña en cambiar el mundo mientras nosotros, como buenos Sanchos, le seguimos por si acaso tiene razón, aunque dudemos de su cordura.
Estructura y estilo: una obra revolucionaria
La novela está dividida en dos partes publicadas con diez años de diferencia. La primera parte (1605) narra las primeras salidas de Don Quijote, acompañado por su fiel escudero Sancho Panza. La segunda parte (1615) se publicó como respuesta al falso “Quijote de Avellaneda”, una continuación apócrifa que apareció en 1614. Esta segunda parte muestra un notable incremento en complejidad narrativa, con personajes conscientes de su fama literaria tras la publicación de la primera parte.
Cervantes empleó técnicas narrativas revolucionarias para su época, como la metaficción (la novela dentro de la novela), el perspectivismo (múltiples puntos de vista) y la parodia de géneros literarios. El autor se presenta como mero transcriptor de un manuscrito de Cide Hamete Benengeli, un historiador árabe ficticio, añadiendo así capas de complejidad narrativa.
La parodia de los libros de caballerías
El Quijote surge como una parodia de los libros de caballerías, extremadamente populares en la España del siglo XVI. Cervantes critica estas historias fantasiosas por alejar a los lectores de la realidad, aunque paradójicamente, su obra trasciende el propósito inicial para convertirse en una profunda reflexión sobre la condición humana, llegando a ser traducida a más de 140 idiomas y considerada la obra más traducida después de la Biblia.
Imagina que Cervantes creó el Quijote como el equivalente renacentista de esas películas que parodian sagas taquilleras. Empezó queriendo hacer un “Scary Movie” de los libros de caballerías, ¡y terminó escribiendo la obra más importante de la literatura española! Es como si alguien hiciera hoy una parodia de “50 sombras de Grey” y acabara creando una obra maestra sobre el deseo humano y la libertad. Lo más irónico es que Cervantes, que se propuso acabar con un género literario, terminó creando el género novelístico tal como lo conocemos. Talk about task failed successfully.
Los personajes: un dúo inolvidable
Don Quijote y Sancho Panza forman una de las parejas literarias más emblemáticas de todos los tiempos. Representan la dualidad entre idealismo y pragmatismo, imaginación y realidad. Sin embargo, a lo largo de la obra, experimentan una evolución notable: Don Quijote se “sanchifica” (adquiere rasgos pragmáticos) mientras Sancho se “quijotiza” (desarrolla cierto idealismo).
La galería de personajes secundarios es igualmente memorable: desde la idealizada Dulcinea del Toboso (en realidad, la campesina Aldonza Lorenzo), hasta el bachiller Sansón Carrasco, el cura, el barbero y los duques que organizan elaboradas burlas en la segunda parte.
La España del Siglo de Oro: contexto histórico y social
Don Quijote refleja fielmente la España de principios del siglo XVII, un imperio en declive tras el esplendor del siglo anterior. La obra retrata una sociedad estamental rígida, la vida rural en La Mancha, las diferentes clases sociales y las tensiones religiosas de la época.
La España que describió Cervantes era un país que se creía un imperio donde nunca se ponía el sol, pero donde la mayoría de sus habitantes no veían precisamente el brillo de las riquezas que llegaban de América. Mientras la corte y los nobles vivían su particular Siglo de Oro, el pueblo llano, como nuestro hidalgo empobrecido, apenas tenía para comer “una olla de algo más vaca que carnero”. Es como esas potencias actuales que presumen de PIB estratosférico mientras sus ciudadanos hacen malabares para llegar a fin de mes. Don Quijote no solo luchaba contra molinos, sino contra una realidad socioeconómica que aplastaba a la clase media hidalga a la que pertenecía. En cierto modo, era el primer indignado de la historia, cuatro siglos antes del 15M.
La cuestión del converso: las posibles raíces de Cervantes
Algunos estudiosos han planteado la hipótesis de que Cervantes pudiera tener orígenes conversos (judíos convertidos al cristianismo), lo que explicaría ciertos aspectos críticos de su obra hacia la sociedad española de su tiempo. Esta perspectiva podría haber influido en su visión crítica de la limpieza de sangre y su tratamiento de ciertos temas religiosos.
La obsesión por la “limpieza de sangre” en la España de Cervantes era algo así como el algoritmo discriminatorio definitivo de la época. Si eras “cristiano viejo”, el sistema te daba like automático; si eras converso o tenías antepasados judíos o musulmanes, por muy católico que fueras, el algoritmo te relegaba a usuario de segunda. Algunos expertos sospechan que Cervantes conocía bien esta discriminación, quizás por experiencia propia. ¿Casualidad que creara un protagonista obsesionado con ser caballero (un estatus social que requería pureza de sangre) cuando él mismo pudo ser visto como “impuro” según los estándares de la época? Es como si un director de cine actual, enfrentado al techo de cristal de Hollywood, creara una película sobre alguien que se vuelve “loco” por intentar ser aceptado en un sistema que nunca lo aceptará del todo.
Los grandes temas del Quijote: entre la realidad y la ficción
La libertad como valor supremo
Uno de los temas centrales de la obra es la libertad. El famoso discurso de Don Quijote a Sancho —”La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos…”— refleja una preocupación fundamental de Cervantes, quien conoció personalmente la privación de libertad durante su cautiverio en Argel.
La identidad y la transformación personal
Don Quijote crea una nueva identidad para sí mismo, renunciando a su vida anterior como Alonso Quijano. Esta transformación voluntaria plantea preguntas fundamentales sobre la identidad personal y la capacidad del ser humano para reinventarse.
El buen hidalgo Alonso Quijano se convierte en Don Quijote de la Mancha como quien hoy se crea un perfil alternativo en redes sociales para vivir una fantasía que la realidad le niega. La diferencia es que él llevó su “avatar” al mundo real. ¿No hacemos todos algo parecido cuando nos “disfrazamos” de profesionales, padres perfectos o personas de éxito, interpretando roles que la sociedad espera de nosotros? Quizás la verdadera locura del Quijote no fue crearse una identidad alternativa, sino atreverse a vivirla en una sociedad que castigaba a quienes se salían del guion establecido. Es como si Cervantes nos estuviera diciendo, cuatro siglos antes de Instagram: “Cuidado con la brecha entre quién finges ser y quién realmente eres”.
La crítica social y la sátira
A través de las aventuras de Don Quijote y Sancho, Cervantes critica diversos aspectos de la sociedad española: la obsesión por la honra, la hipocresía religiosa, la injusticia social y el abuso de poder. La novela funciona como un espejo distorsionado que, paradójicamente, refleja con nitidez los problemas de su tiempo.
La influencia universal del Quijote
El Quijote en el arte y la cultura
La influencia del Quijote trasciende la literatura, inspirando numerosas manifestaciones artísticas: pintura (Doré, Daumier, Dalí, Picasso), música (Richard Strauss, Manuel de Falla), cine (Orson Welles, Terry Gilliam), y prácticamente todas las formas de expresión cultural.
Es curioso cómo Don Quijote, que en teoría era un fracasado social según los estándares de su época, se ha convertido en el español más universalmente reconocido y en la imagen de marca de España en el extranjero. Es como si hoy un personaje de meme se convirtiera en embajador cultural de un país. Cervantes, sin saberlo, creó el primer personaje viral de la historia, y su viralidad ha durado más de cuatro siglos sin necesidad de algoritmos ni redes sociales. Si hoy resucitara, probablemente tendría millones de seguidores en Instagram y estaría firmando contratos de merchandising con las principales marcas, mientras Sancho sería su representante cobrando el 20% de comisión por cada molino enfrentado.
El impacto en la literatura posterior
El Quijote estableció los fundamentos de la novela moderna. Su influencia es palpable en autores como Fielding, Sterne, Flaubert, Dostoievski, Kafka, Borges y prácticamente todos los grandes novelistas posteriores. La técnica narrativa, el desarrollo psicológico de los personajes y la mezcla de lo cómico y lo trágico sentaron las bases para la evolución posterior del género novelístico.
La recepción cambiante a lo largo de los siglos
La interpretación del Quijote ha evolucionado notablemente a lo largo del tiempo. Durante el siglo XVII, fue leído principalmente como una obra cómica. El Romanticismo del siglo XIX descubrió su dimensión trágica y simbólica, viendo en Don Quijote un héroe idealista enfrentado a un mundo materialista. En el siglo XX, con la Generación del 98, la obra adquirió dimensiones filosóficas y existenciales, considerándose una reflexión sobre la identidad española y la condición humana.
La interpretación del Quijote a lo largo de los siglos es como esas relaciones que cambian con el tiempo: primero te ríes con él (siglo XVII), luego lo admiras románticamente (siglo XIX) y finalmente te das cuenta de que es mucho más profundo de lo que pensabas (siglo XX). Cada época ha proyectado sus propias neurosis en el pobre caballero de la triste figura. Los ilustrados lo vieron como un loco ridículo, los románticos como un héroe incomprendido, y los existencialistas como un protofilósofo en crisis. Es como si Cervantes hubiera creado un test de Rorschach literario en el que cada generación ve reflejadas sus propias obsesiones. ¿Y nosotros, en plena era de las fake news y la posverdad? Quizás veamos en Don Quijote al primer hombre que decidió vivir en su propia realidad alternativa, negándose a aceptar los “hechos objetivos” que todos los demás veían. ¿Te suena de algo?
El Quijote y la identidad española
Para muchos intelectuales, especialmente los de la Generación del 98, Don Quijote encarna aspectos esenciales del carácter español: el idealismo frente al pragmatismo, la tensión entre tradición y modernidad, y la búsqueda de un sentido en un mundo desencantado. Miguel de Unamuno, en “Vida de Don Quijote y Sancho” (1905), llega a proponer una especie de religión quijotesca como solución a los problemas de España.
El Quijote en el siglo XXI: lecturas contemporáneas
En nuestra época, el Quijote sigue generando nuevas interpretaciones. Desde la neurociencia se ha analizado la “locura” del protagonista como un posible caso de demencia o trastorno psicótico. Los estudios de género han examinado el papel de las mujeres en la obra y la construcción de la masculinidad. Las aproximaciones poscoloniales han señalado las conexiones con la expansión imperial española y la cuestión morisca.
Los neurocientíficos actuales diagnosticarían a Don Quijote más rápido que él encontraba gigantes en los molinos. “Trastorno delirante, subtipo megalomaníaco, desencadenado por privación de sueño y excesivo consumo de ficción”, pondrían en su informe, antes de recetarle antipsicóticos y terapia cognitivo-conductual para que dejara de atacar a los molinos. Lo que estos expertos quizás no entenderían es que la “locura” del Quijote no era tanto neurológica como existencial: había encontrado un mundo demasiado pequeño para sus sueños. Hoy probablemente sería un activista incómodo o un artista incomprendido, luchando contra gigantes muy reales como el cambio climático o la desigualdad, mientras la mayoría, como buenos Sanchos, le diríamos que son solo molinos y que mejor dejarlo estar.
La vigencia de sus dilemas morales
Los dilemas que plantea el Quijote siguen resonando en la actualidad: la tensión entre idealismo y pragmatismo, el poder transformador de la ficción, la búsqueda de identidad y sentido, y la crítica del abuso de poder. La capacidad de la obra para seguir generando reflexiones cuatro siglos después de su publicación confirma su condición de clásico inmortal.
Mito y realidad: la vida de Cervantes
La vida de Miguel de Cervantes (1547-1616) fue casi tan extraordinaria como la de su personaje: participó en la batalla de Lepanto, donde recibió heridas que le dejaron la mano izquierda inutilizada (ganándose el sobrenombre de “El Manco de Lepanto”); fue cautivo en Argel durante cinco años; trabajó como comisario de abastos y recaudador de impuestos; y conoció la cárcel, donde según la tradición comenzó a escribir el Quijote, aunque esta teoría ha sido cuestionada por algunos historiadores, pues no hay evidencias claras sobre dónde exactamente comenzó Cervantes su obra maestra.
La biografía de Cervantes parece el guion de una serie de Netflix sobre un escritor fracasado que lo intenta todo antes de dar con su obra maestra. Soldado herido en batalla, cautivo en Argel, comisario de abastos (básicamente, un inspector de Hacienda renacentista), preso por irregularidades contables… Si hoy presentara ese CV a una editorial, probablemente lo rechazarían por inverosímil. Lo más curioso es que Cervantes pasó gran parte de su vida intentando triunfar como poeta y dramaturgo (los géneros prestigiosos de la época), mientras que la novela, el género con el que revolucionaría la literatura, era considerado un entretenimiento menor. Es como si un director de cine actual se empeñara en hacer películas de autor pretenciosas y, frustrado por el fracaso, creara casi por casualidad una serie que cambiaría para siempre la historia de la televisión.
El legado cervantino
Además del Quijote, Cervantes escribió otras obras notables como las “Novelas ejemplares”, “Los trabajos de Persiles y Sigismunda”, “La Galatea” y varias obras de teatro. Sin embargo, es el Quijote el que le ha garantizado la inmortalidad literaria, convirtiéndolo en el escritor más importante de la lengua española y uno de los más influyentes de la literatura universal.
La dualidad en Don Quijote: locura y cordura, realidad y ficción
La genialidad del Quijote reside en su permanente ambigüedad. La obra oscila constantemente entre opuestos: locura y cordura, idealismo y pragmatismo, realidad y ficción. Don Quijote ve gigantes donde hay molinos, pero a veces sus juicios sobre la sociedad son más lúcidos que los de quienes lo consideran loco.
Hay algo tremendamente actual en ese personaje que ve una realidad alternativa superpuesta a la que ven los demás. En tiempos de cámaras de eco, burbujas de filtro y teorías conspiranoicas, Don Quijote parece sorprendentemente contemporáneo. La diferencia es que él elegía conscientemente vivir en su realidad alternativa porque era más hermosa y justa que la real. En cierto modo, anticipó lo que la neurociencia nos confirma hoy: que toda realidad es, en gran medida, una construcción de nuestro cerebro. Cuando Don Quijote veía gigantes en lugar de molinos, no estaba tan lejos de lo que todos hacemos al interpretar el mundo según nuestros sesgos, creencias y expectativas. La verdadera genialidad de Cervantes fue entender, cuatro siglos antes que los científicos cognitivos, que la “realidad objetiva” es más escurridiza de lo que creemos.
El final: la muerte de Don Quijote
El final de la novela, con Alonso Quijano recuperando la cordura antes de morir y renegando de su identidad como Don Quijote, ha sido objeto de numerosas interpretaciones. Algunos lo ven como una victoria del realismo sobre la fantasía; otros, como una derrota del idealismo frente a las convenciones sociales. El hecho de que Cervantes “matara” definitivamente a su personaje podría interpretarse como un intento de evitar nuevas continuaciones apócrifas como la de Avellaneda.
Conclusión
Cuatro siglos después de su publicación, Don Quijote de la Mancha sigue siendo una obra inagotable, capaz de generar nuevas lecturas e interpretaciones. Su protagonista se ha convertido en un arquetipo universal, símbolo del idealismo y la búsqueda de un mundo mejor, aunque sea a contracorriente de la realidad. Como lector del siglo XXI, quizás la enseñanza más valiosa del Quijote sea su defensa de la imaginación como fuerza transformadora y su celebración de la libertad como el don más preciado del ser humano.
Gracias por acompañarnos en este recorrido por la obra cumbre de la literatura española. Si te ha interesado este artículo y quieres seguir explorando las múltiples dimensiones del patrimonio cultural, te invitamos a visitar nuestra página principal donde encontrarás más contenidos que te ayudarán a descubrir que el arte y la literatura siempre tienen más de una historia que contar.
Preguntas frecuentes sobre Don Quijote de la Mancha
¿Cuándo se publicó Don Quijote de la Mancha?
Don Quijote de la Mancha se publicó en dos partes: la primera en 1605 y la segunda en 1615. Entre ambas publicaciones apareció un Quijote apócrifo (el de Avellaneda) en 1614, que motivó a Cervantes a completar su obra original.
¿Por qué Don Quijote es considerada la primera novela moderna?
Se considera la primera novela moderna por sus innovaciones narrativas como la metaficción, el perspectivismo (múltiples puntos de vista), el desarrollo psicológico de los personajes y su estructura compleja. Estas técnicas revolucionaron la narrativa y sentaron las bases del género novelístico tal como lo conocemos hoy.
¿Quién era realmente Dulcinea del Toboso?
Dulcinea del Toboso era en realidad Aldonza Lorenzo, una rústica labradora del Toboso a quien Don Quijote idealiza y convierte en su dama. En la obra nunca llega a aparecer físicamente, existiendo solo en la imaginación del protagonista como símbolo del amor cortés y caballeresco.
¿Qué significa la expresión “tilting at windmills” en inglés?
La expresión “tilting at windmills” (arremeter contra molinos de viento) proviene del famoso episodio del Quijote y se usa en inglés para referirse a enfrentarse inútilmente contra enemigos imaginarios o luchar contra problemas inexistentes. Es sinónimo de una batalla perdida de antemano o un esfuerzo inútil basado en percepciones erróneas.
¿Está basado Don Quijote en una persona real?
No hay evidencia concluyente de que Don Quijote esté basado en una persona real específica. Sin embargo, algunos investigadores han sugerido posibles inspiraciones como Alonso Quijada (un pariente de Cervantes) o incluso el propio tío de Cervantes, Alonso de Quesada. Lo más probable es que el personaje sea una composición de varios arquetipos y personas que Cervantes conoció.
¿Cómo murió Don Quijote?
Don Quijote muere en su lecho después de recuperar la cordura y renunciar a la caballería andante. En sus últimos momentos, vuelve a ser Alonso Quijano “el Bueno” y reniega de las novelas de caballería que lo llevaron a la locura. Muere rodeado de sus seres queridos, recibiendo los sacramentos y dejando testamento.
¿Cuál es la importancia del personaje de Sancho Panza?
Sancho Panza representa el contrapunto realista y pragmático frente al idealismo de Don Quijote. Es fundamental para el desarrollo de la obra porque encarna la sabiduría popular y el sentido común. Además, su evolución (la “quijotización” de Sancho) muestra cómo llega a compartir parte del idealismo de su amo, creando una de las primeras representaciones complejas de desarrollo psicológico en la literatura.
¿Por qué Miguel de Cervantes escribió Don Quijote?
Inicialmente, Cervantes concibió la obra como una parodia de los libros de caballerías, extremadamente populares en su época. Sin embargo, la obra evolucionó hasta convertirse en una reflexión profunda sobre la condición humana, la realidad y la ficción. También se ha sugerido que Cervantes buscaba el éxito comercial tras una vida llena de dificultades económicas.
¿Dónde transcurre la acción de Don Quijote?
La acción transcurre principalmente en La Mancha, región central de España, aunque también hay episodios en Sierra Morena, Barcelona y otros lugares del camino. Cervantes deliberadamente deja ambiguo el lugar exacto de origen de Don Quijote con la famosa frase “en un lugar de La Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme”.
¿Cuál es la aventura más famosa de Don Quijote?
La aventura más famosa es la lucha contra los molinos de viento, que Don Quijote confunde con gigantes. Este episodio del capítulo VIII de la primera parte se ha convertido en un símbolo universal del idealismo frente a la realidad y ha dado origen a la expresión “luchar contra molinos de viento” para referirse a batallas inútiles contra enemigos imaginarios.
Procederé con la sección de recomendaciones literarias para el artículo sobre Don Quijote de la Mancha.
RECOMENDACIONES LITERARIAS
Otras aventuras que conquistarán tu imaginación como lo hizo Don Quijote
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha no solo revolucionó la literatura de su tiempo, sino que inspiró innumerables obras que exploran temas similares como la búsqueda de identidad, el poder de la ficción para transformar la realidad y la tensión entre idealismo y pragmatismo. Si has quedado cautivado por las aventuras del Caballero de la Triste Figura, estas obras te resultarán fascinantes:
El nombre de la rosa de Umberto Eco Una novela que, como el Quijote, trasciende su aparente género (en este caso, la novela policiaca) para convertirse en una profunda reflexión sobre el conocimiento, la verdad y el poder. Ambientada en un monasterio medieval, su protagonista, Guillermo de Baskerville, comparte con Don Quijote esa mirada incisiva que va más allá de las apariencias, desafiando las convenciones de su tiempo mientras investiga una serie de misteriosas muertes. Si aprecias cómo Cervantes juega con múltiples niveles de significado, quedarás fascinado con esta obra maestra de la semiótica narrativa.
Cien años de soledad de Gabriel García Márquez La saga de los Buendía comparte con el Quijote esa cualidad de crear un universo propio que refleja y distorsiona la realidad. García Márquez, gran admirador de Cervantes, construye en Macondo un microcosmos comparable a La Mancha cervantina, donde lo extraordinario y lo cotidiano conviven naturalmente. La mezcla de realismo y fantasía, así como la reflexión sobre la identidad latinoamericana, recuerda a la exploración de la identidad española que Cervantes realizó a través de su protagonista.
Aventuras de Huckleberry Finn de Mark Twain Si te fascinó la relación entre Don Quijote y Sancho, encontrarás paralelismos sorprendentes en la amistad entre Huck y Jim mientras navegan por el Mississippi. Como Cervantes, Twain utiliza el viaje como metáfora para explorar la libertad y cuestionar las normas sociales establecidas. Ambas obras emplean un protagonista aparentemente ingenuo para ofrecer una mirada incisiva y crítica sobre la sociedad de su tiempo.
La Conjura de los Necios de John Kennedy Toole Ignatius J. Reilly es quizás el “quijote” más desternillante de la literatura contemporánea. Como el hidalgo manchego, vive desconectado de su tiempo, obsesionado con un pasado idealizado (la Edad Media) y enfrentándose a un mundo que no comprende ni lo comprende. Su cruzada contra la modernidad en el Nueva Orleans de los años 60 evoca inevitablemente las desventuras de Don Quijote, combinando comedia y tragedia con maestría comparable a la de Cervantes.
Vida de Pi de Yann Martel Esta extraordinaria novela explora, como el Quijote, los límites entre realidad y ficción, y el poder de las historias para transformar nuestra percepción del mundo. El protagonista, náufrago en una balsa con un tigre de Bengala, nos recuerda a Don Quijote en su capacidad para crear narrativas alternativas que hacen soportable una realidad insoportable. La pregunta final que plantea Martel sobre qué historia preferimos creer resuena profundamente con la ambigüedad cervantina.
El Barón Rampante de Italo Calvino En esta fábula, Cosimo Piovasco decide, tras una discusión familiar, subirse a un árbol y no bajar jamás. Como Don Quijote, elige vivir según sus propias reglas, creando un mundo alternativo desde el que observa y participa en la sociedad. La determinación del barón por mantener sus principios, incluso cuando parecen absurdos a los demás, refleja el idealismo quijotesco llevado a una nueva dimensión literaria.
Matadero Cinco de Kurt Vonnegut (versión gráfica de Albert Monteys) Esta adaptación gráfica de la obra maestra de Vonnegut captura perfectamente el espíritu de un protagonista “desquiciado” por el trauma, que viaja en el tiempo como Don Quijote viajaba entre realidad y fantasía. El planteamiento antibelicista de la obra, narrado a través de una estructura fragmentada y surrealista, ofrece una crítica social tan punzante como la que Cervantes realizó en su tiempo.
Jonathan Strange y el señor Norrell de Susanna Clarke Esta monumental novela sobre dos magos rivales en la Inglaterra del siglo XIX comparte con el Quijote no solo su extensión, sino también su exploración de la tensión entre imaginación y racionalismo. Clarke, como Cervantes, construye un mundo donde lo fantástico irrumpe en lo cotidiano, cuestionando los límites de lo posible. Sus protagonistas, como Don Quijote, intentan recuperar un pasado glorioso (en este caso, la magia antigua inglesa) en un mundo cada vez más prosaico y racional.