El Castillo de Praga: la fortaleza que esconde mucho más que la historia oficial
El Castillo de Praga se alza majestuoso sobre la ciudad como testigo silencioso de más de mil años de historia europea. Considerado por el Libro Guinness de los Récords como el castillo antiguo más grande del mundo, esta imponente estructura ha sido testigo de coronaciones, defenestraciones, intrigas palaciegas y el devenir de numerosos regímenes políticos. La historia oficial nos habla de su fundación en el siglo IX, de sus sucesivas ampliaciones y de su papel como sede del poder político checo a lo largo de los siglos. Sin embargo, lo que no siempre trasciende son las fascinantes historias que se esconden tras sus muros, los detalles curiosos que rara vez aparecen en las guías turísticas y las anécdotas que revelan la verdadera alma de este complejo monumental.
Los orígenes: de fortaleza de madera a símbolo del poder checo
El Castillo de Praga tiene sus raíces en el año 880, cuando el príncipe Bořivoj de la dinastía Přemyslid ordenó la construcción de una modesta fortaleza de madera sobre la colina de Hradčany. Esta ubicación estratégica permitía controlar la ruta comercial que atravesaba el río Moldava, aspecto crucial para el desarrollo económico y político de la región. Durante el reinado de Boleslao II (972-999), el primitivo castillo de madera fue reemplazado por una construcción de piedra, ampliando significativamente su perímetro y añadiendo la primera iglesia de piedra, dedicada a la Virgen María.
¿Os imagináis vivir en aquella fortaleza de madera original? No creo que fuera una experiencia precisamente “instagrameable”. Los inviernos bohemios son brutales, y aunque los príncipes seguramente tenían mejores condiciones que el resto de los mortales, no dejaba de ser una estructura de madera expuesta a todos los elementos. Nada de calefacción central ni cristales dobles. Mientras los nobles intentaban no congelarse, probablemente se consolaban pensando en la vista privilegiada sobre el valle del Moldava y en lo estratégico de su posición. “Sí, tengo sabañones en cada dedo, pero ¡menudo dominio visual sobre las rutas comerciales!”
El verdadero desarrollo del castillo se produjo durante el reinado de Carlos IV en el siglo XIV, quien transformó Praga en la capital del Sacro Imperio Romano Germánico y convirtió el castillo en un digno símbolo de su poder imperial. Bajo su mandato se inició la construcción de la Catedral de San Vito, símbolo indiscutible del skyline praguense, aunque su construcción completa requeriría casi 600 años.
En el siglo XVI, durante el reinado de Fernando I de Habsburgo, el castillo sufrió un devastador incendio que obligó a su reconstrucción. Este acontecimiento, aunque trágico, permitió introducir elementos renacentistas en el conjunto, como el Palacio Real y el Jardín Real, donde se ubicó el célebre Belvedere, una de las primeras edificaciones de estilo renacentista al norte de los Alpes.
La edad de oro bajo Rodolfo II: alquimia, arte y excentricidades imperiales
El periodo más fascinante en la historia del Castillo de Praga lo protagonizó, sin duda, el emperador Rodolfo II (1576-1612). Este monarca Habsburgo, conocido por su carácter excéntrico y su pasión por las artes, las ciencias y el ocultismo, convirtió el castillo en un centro cultural y científico de primer orden. Rodolfo trasladó la corte imperial de Viena a Praga, dotando al castillo de un protagonismo sin precedentes en la política europea.
Rodolfo II era lo que hoy llamaríamos un “friki” con corona. Mientras otros emperadores se dedicaban a guerrear y ampliar sus territorios, él prefería encerrarse con sus alquimistas a buscar la piedra filosofal y el elixir de la vida eterna. Su gabinete de curiosidades o “Kunstkammer” era un auténtico gabinete de las maravillas donde acumulaba desde objetos artísticos de valor incalculable hasta cuernos de unicornio (en realidad, de narval) y “huesos de gigantes” (fósiles de mamut). Imagináos las conversaciones en las cenas de estado: “Excelencia, ¿le gustaría visitar mi colección de autómatas después del postre? Tengo un pato mecánico que defeca de manera realista”. Y todos asintiendo educadamente mientras pensaban: “Este hombre está para encerrarle, pero mejor no decírselo a quien controla el ejército”.
Bajo su patronazgo, el Castillo de Praga se convirtió en un imán para artistas, científicos y pensadores de toda Europa. Personajes de la talla de Johannes Kepler, Tycho Brahe y Giuseppe Arcimboldo trabajaron en la corte rudolfina, contribuyendo a cimentar la leyenda de Praga como centro del pensamiento hermético y esotérico. Esta reputación, que todavía hoy pervive en el imaginario colectivo, tiene sus raíces en este periodo.
El emperador mandó construir la “Calle del Oro” (Zlatá ulička), un pintoresco pasaje de pequeñas casas de colores donde, según la tradición, trabajaban los alquimistas al servicio de Rodolfo en sus intentos por convertir metales en oro. La realidad es menos romántica: estas diminutas viviendas fueron ocupadas principalmente por los guardias del castillo. No obstante, este rincón se ha convertido en uno de los puntos más visitados del complejo, manteniendo viva la leyenda alquímica de Praga.
De la Defenestración a la ocupación: el castillo como escenario de conflictos
El Castillo de Praga ha sido testigo y, en ocasiones, protagonista de algunos de los momentos más turbulentos de la historia europea. En 1618, fue escenario de la Segunda Defenestración de Praga, evento que desencadenó la Guerra de los Treinta Años. Durante este incidente, dos gobernadores católicos y su secretario fueron arrojados por una ventana del castillo por nobles protestantes bohemios.
La Segunda Defenestración de Praga es quizá el ejemplo histórico más famoso de “tirar a alguien por la ventana” como forma de protesta política. Un método contundente, hay que reconocerlo. Lo sorprendente es que los tres defenestrados sobrevivieron a una caída de unos 21 metros. Los católicos lo atribuyeron a un milagro y a la intervención de ángeles; los protestantes, más pragmáticos, sugirieron que habían caído sobre un montón de estiércol. Hay que imaginar la escena: tres dignatarios imperiales, con sus pomposas vestimentas y pelucas, aterrizando sobre un montón de excrementos mientras arriba los nobles protestantes celebraban su hazaña. No es exactamente la imagen de dignidad que se espera de un evento que desencadenó una guerra de tres décadas, pero la historia a veces tiene estos giros escatológicamente irónicos.
Durante los siglos posteriores, el castillo experimentaría periodos de decadencia y resurgimiento. En el siglo XVIII, María Teresa de Austria ordenó una importante remodelación que introdujo elementos barrocos en el complejo. Sin embargo, tras el traslado definitivo de la corte imperial a Viena, el Castillo de Praga entró en un largo periodo de relativo abandono y pérdida de relevancia política.
El renacimiento del castillo llegó con la creación de Checoslovaquia en 1918. El primer presidente de la república, Tomáš Garrigue Masaryk, estableció su residencia oficial en el castillo, devolviéndole su papel como centro del poder político. El arquitecto esloveno Jože Plečnik fue el encargado de adaptar el antiguo palacio real a las necesidades de un estado moderno, respetando su valor histórico pero introduciendo elementos contemporáneos que hoy forman parte integral del conjunto.
Durante la ocupación nazi (1939-1945), el castillo fue tomado por el Protector del Reich, Reinhard Heydrich, tristemente célebre como uno de los arquitectos del Holocausto, quien utilizó el histórico edificio como símbolo de la dominación alemana sobre los territorios checos. Tras la liberación y durante la era comunista, el castillo siguió funcionando como sede oficial, aunque muchas de sus dependencias permanecieron cerradas al público.
El complejo monumental: mucho más que un castillo
Lo que hoy conocemos como “Castillo de Praga” es, en realidad, un vasto complejo que ocupa 45 hectáreas y alberga numerosos edificios históricos, plazas, jardines y patios interconectados. El conjunto incluye la monumental Catedral de San Vito, cuya construcción se prolongó durante casi seis siglos, desde 1344 hasta 1929, exhibiendo un fascinante muestrario de estilos arquitectónicos, desde el gótico inicial hasta el neogótico del siglo XX.
La Catedral de San Vito bien podría llamarse “la Catedral de la Paciencia Infinita”. Seamos sinceros: si un proyecto constructivo durara hoy 600 años, acabaríamos todos locos. Imaginad las reuniones de obra: “Bien, según el plan quinquenal, en 2423 terminaremos el chapitel norte”. Los arquitectos que la iniciaron en el siglo XIV nunca pudieron imaginar cómo terminaría, y ninguno de los que la finalizaron en el siglo XX tuvo voz en cómo comenzó. Es como un juego de teléfono roto arquitectónico a través de los siglos. Lo fascinante es que, a pesar de la mezcla de estilos, el resultado final no parece un pastiche absurdo. Aunque, si los arquitectos góticos originales pudieran ver los añadidos neogóticos, probablemente tendrían algo que decir sobre la “autenticidad” del conjunto.
Otro elemento destacado es la Basílica de San Jorge, el edificio mejor conservado del románico checo, fundada alrededor del año 920 por Vratislao I. Junto a ella se encuentra el antiguo convento benedictino, hoy sede de una parte de la Galería Nacional con importantes colecciones de arte medieval checo.
El Antiguo Palacio Real, con su impresionante Salón Vladislav, representa uno de los espacios góticos civiles más imponentes de Europa Central. Construido originalmente en el siglo XII y ampliado considerablemente en el siglo XV, este salón servía para celebraciones, torneos y asambleas de la nobleza bohemia. Su techo abovedado, sostenido sin pilares intermedios, constituye una proeza arquitectónica para su época.
La Calle del Oro, ya mencionada anteriormente, debe su nombre a los orfebres que posteriormente ocuparon estas pequeñas casas. Entre sus ilustres residentes temporales se encuentra Franz Kafka, quien vivió brevemente en la casa número 22, inspirándose quizás en la atmósfera surrealista del lugar para algunas de sus obras.
El Castillo de Praga en la actualidad: tradición y modernidad
Desde la Revolución de Terciopelo y la instauración de la República Checa como estado independiente en 1993, el Castillo de Praga ha recuperado toda su relevancia simbólica como sede de la Presidencia de la República. Cada nuevo presidente checo imprime su personal estilo en la gestión y representación del castillo, desde la irreverencia de Václav Havel, quien introdujo obras de arte contemporáneo y neones de inspiración punk en los solemnes espacios palaciegos, hasta el enfoque más tradicional de sus sucesores.
El dramaturgo disidente convertido en presidente, Václav Havel, realmente sacudió el polvo acumulado durante siglos en el castillo. Imaginen a un antiguo preso político entrando como jefe de estado en los mismos salones donde emperadores habían decidido el destino de Europa. Una de sus primeras decisiones fue encargar al artista Jiří David una enorme instalación de neón rojo que formaba un corazón sobre la fachada del castillo. Este gesto simbólico representaba un nuevo comienzo para el país tras décadas de comunismo. La imagen de aquel corazón brillante contrastando con la piedra secular del castillo resume perfectamente la esencia checa: respeto por la tradición combinado con una sana irreverencia. ¿Os imagináis a algún presidente español colocando un neón en la fachada del Palacio Real? La comparación da para reflexionar sobre diferentes concepciones del patrimonio histórico y su actualización.
Hoy en día, el Castillo de Praga es una de las atracciones turísticas más importantes de Europa Central, recibiendo más de 1,8 millones de visitantes anuales. El complejo alberga valiosas colecciones artísticas, como las Joyas de la Corona Checa, expuestas en contadas ocasiones, o los tesoros de la Catedral de San Vito. Además, el ceremonial del cambio de guardia, que se celebra cada hora, constituye uno de los espectáculos más fotografiados de la ciudad.
El Castillo sigue siendo un organismo vivo que combina sus funciones institucionales con su papel como museo al aire libre. Las sucesivas restauraciones han permitido preservar este monumento excepcional mientras se adapta a las necesidades contemporáneas, manteniendo el delicado equilibrio entre conservación y uso práctico que caracterizan a los mejores ejemplos de patrimonio arquitectónico europeo.
Mitos y leyendas: el castillo que trasciende la historia
Como todos los grandes monumentos históricos, el Castillo de Praga ha acumulado un rico acervo de leyendas y mitos que enriquecen su atractivo cultural. Entre las más populares se encuentra la del Golem, una criatura de arcilla supuestamente creada por el rabino Loew en el siglo XVI para defender el gueto judío de Praga. Aunque el Golem no habitaba propiamente en el castillo, esta leyenda forma parte indisoluble del folclore praguense y suele mencionarse en las visitas turísticas al complejo.
La leyenda del Golem refleja cómo Praga siempre ha tenido una relación peculiar con lo sobrenatural. En una ciudad donde hasta los edificios oficiales están envueltos en misterio, la línea entre historia y mitología se difumina constantemente. El rabino Loew supuestamente animaba a su criatura de barro colocando el “shem” (nombre divino escrito en un papel) bajo su lengua. Cuando el Golem se volvió peligroso e incontrolable, el rabino le quitó el “shem” para desactivarlo. Es básicamente un tema recurrente en la ciencia ficción contemporánea: la inteligencia artificial que se vuelve contra sus creadores. ¿El Golem como precursor de Skynet o HAL 9000? Quizás Praga nos estaba advirtiendo sobre los peligros de jugar a ser dioses con la tecnología siglos antes de que aparecieran los primeros ordenadores. Si lo pensamos, las preocupaciones humanas fundamentales no han cambiado tanto desde el siglo XVI.
Otra leyenda popular es la del “tesoro oculto” de los templarios, que supuestamente estaría escondido en algún lugar del castillo. Aunque no existe evidencia histórica que respalde esta teoría, el mito ha sido alimentado por numerosas obras de ficción y teorías conspirativas que sitúan en Praga uno de los puntos clave de esta mítica orden medieval.
La huella del Castillo de Praga en la cultura popular
El imponente perfil del Castillo de Praga, dominando la ciudad desde la colina, ha servido de inspiración para numerosas representaciones artísticas a lo largo de los siglos. Desde los grabados románticos del siglo XIX hasta las producciones cinematográficas contemporáneas, el castillo ha funcionado como poderoso símbolo visual de Praga y, por extensión, de la identidad checa.
En la literatura, el castillo ha aparecido en obras de autores como Franz Kafka, Milan Kundera o Jaroslav Seifert. En el cine, ha servido como localización para películas como “Amadeus” de Miloš Forman, “La insoportable levedad del ser” basada en la novela de Kundera, o producciones de Hollywood como “Mission: Impossible”.
Cuando el director Miloš Forman decidió rodar “Amadeus” en Praga (sustituyendo a Viena), estaba haciendo mucho más que ahorrar costes de producción. La Praga comunista de los 80 había quedado congelada en el tiempo, ofreciendo un aspecto mucho más auténtico del siglo XVIII que la modernizada Viena. Es una de esas deliciosas ironías históricas: el régimen que pretendía construir el futuro acabó preservando involuntariamente el pasado. Los edificios barrocos del Castillo y la Ciudad Vieja proporcionaron el escenario perfecto para la historia de Mozart sin necesidad de grandes intervenciones escenográficas. Eso sí, el rodaje tuvo sus complicaciones políticas: Forman, que había huido de Checoslovaquia tras la Primavera de Praga, era considerado un traidor por el régimen. Las autoridades comunistas permitieron el rodaje por razones económicas, pero vigilaron estrechamente a Forman y su equipo. Mozart componiendo bajo la mirada de la policía secreta: otra capa más de ironía histórica en la ya compleja relación entre el Castillo de Praga y el poder.
En tiempos más recientes, el castillo ha consolidado su presencia en las redes sociales, convirtiéndose en uno de los monumentos más “instagrameables” de Europa. Su silueta iluminada durante la noche constituye una de las imágenes más reconocibles y compartidas de la República Checa, contribuyendo a la proyección internacional del país como destino turístico y cultural.
Conclusión: mil años de historia y un futuro por escribir
El Castillo de Praga representa mucho más que un simple conjunto monumental. Es un símbolo de la continuidad histórica de la nación checa, un testigo del devenir político europeo y un ejemplo extraordinario de cómo un edificio puede adaptarse y evolucionar a lo largo de los siglos sin perder su esencia.
Visitar el Castillo de Praga supone sumergirse en un viaje a través del tiempo, desde los primeros asentamientos eslavos hasta la República Checa contemporánea. Cada piedra, cada capilla, cada sala cuenta una historia que trasciende las guías turísticas convencionales y nos conecta con las ambiciones, miedos y esperanzas de quienes nos precedieron.
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Preguntas frecuentes sobre El Castillo de Praga
¿Cuál es la mejor época para visitar el Castillo de Praga?
La primavera (abril-mayo) y el otoño (septiembre-octubre) son las mejores épocas para visitar el Castillo de Praga, ya que el clima es agradable y hay menos turistas que en verano. Los meses de invierno ofrecen una atmósfera mágica con posibles nevadas, pero algunas áreas pueden tener horarios reducidos.
¿Cuánto tiempo se necesita para visitar el Castillo de Praga?
Se recomienda dedicar al menos 3-4 horas para una visita básica del Castillo de Praga, incluyendo la Catedral de San Vito, el Antiguo Palacio Real, la Basílica de San Jorge y la Calle del Oro. Para una experiencia más completa, lo ideal es dedicar un día entero.
¿Cuándo fue construido el Castillo de Praga?
El Castillo de Praga fue fundado alrededor del año 880 por el príncipe Bořivoj de la dinastía Přemyslid. Originalmente era una fortaleza de madera que ha sido ampliada y reconstruida a lo largo de los siglos, incorporando estilos románico, gótico, renacentista, barroco y neoclásico.
¿Qué son las Joyas de la Corona Checa y dónde se guardan?
Las Joyas de la Corona Checa incluyen la Corona de San Wenceslao (siglo XIV), el Cetro Real, la Manzana Real y el Manto de la Coronación. Se guardan en la Cámara de la Corona dentro de la Catedral de San Vito en el Castillo de Praga, protegidas por siete cerraduras cuyas llaves poseen siete autoridades diferentes. Solo se exhiben al público en ocasiones especiales.
¿Qué fue la Defenestración de Praga y dónde ocurrió exactamente?
La Segunda Defenestración de Praga (1618) fue un incidente donde los gobernadores imperiales católicos Martinic y Slavata, junto con su secretario Fabricius, fueron arrojados por una ventana del Palacio Viejo del Castillo de Praga por nobles protestantes bohemios. Sucedió en la Cancillería Bohemia, ubicada en el ala occidental del Antiguo Palacio Real. Este evento desencadenó la Guerra de los Treinta Años.
¿Se puede visitar el Castillo de Praga gratis?
Los patios y jardines del Castillo de Praga pueden visitarse gratuitamente, así como asistir al cambio de guardia. Sin embargo, para acceder a los interiores (Catedral de San Vito, Antiguo Palacio Real, Basílica de San Jorge, Calle del Oro, etc.) es necesario adquirir entradas. Algunos espacios tienen entrada libre durante determinadas horas o días especiales.
¿Quién fue Rodolfo II y por qué es importante para el Castillo de Praga?
Rodolfo II (1552-1612) fue emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y rey de Bohemia. Trasladó la corte imperial de Viena a Praga, convirtiendo el castillo en un centro cultural y científico. Mecenas excéntrico, reunió una impresionante colección de arte, patrocinó a científicos como Kepler y Brahe, y fomentó los estudios alquímicos, contribuyendo significativamente a la leyenda de Praga como ciudad mágica y esotérica.
¿Por qué la Catedral de San Vito tardó tanto en construirse?
La Catedral de San Vito tardó casi 600 años en completarse (1344-1929) debido a diversas interrupciones históricas: las Guerras Husitas, la Guerra de los Treinta Años, restricciones financieras y cambios políticos. Durante el Renacimiento y el Barroco la construcción se ralentizó, y solo en el siglo XIX, con el resurgimiento del nacionalismo checo, se retomó con fuerza el proyecto para finalizarlo en el siglo XX.
¿Qué es la Calle del Oro y por qué es famosa?
La Calle del Oro (Zlatá ulička) es una pintoresca callejuela dentro del Castillo de Praga con pequeñas casas de colores construidas en el siglo XVI. Su nombre proviene de los orfebres que se instalaron allí en el siglo XVII. Es famosa por las leyendas sobre alquimistas que supuestamente trabajaban para Rodolfo II, y porque Franz Kafka vivió brevemente en la casa número 22 en 1916-1917. Hoy alberga tiendas de souvenirs y exhibiciones sobre la vida cotidiana en diferentes épocas.
¿Sigue siendo el Castillo de Praga una sede gubernamental activa?
Sí, el Castillo de Praga sigue siendo la sede oficial de la Presidencia de la República Checa. El presidente checo tiene sus oficinas en el complejo del castillo, específicamente en el Nuevo Palacio Real. Esta función institucional convive con su papel como atracción turística, siendo uno de los pocos castillos históricos europeos que mantiene su función como centro político activo.