El coloso de Rodas: la majestuosa obra de arte que desafió al cielo
¿Te imaginas contemplar una estatua de bronce de más de 30 metros de altura, que se alza sobre el puerto de una isla griega, como si fuera un dios? Eso es lo que sintieron los antiguos viajeros que tuvieron la suerte de ver el coloso de Rodas, una de las maravillas del mundo antiguo que más admiración y misterio ha despertado a lo largo de la historia.
En este artículo te voy a contar todo lo que necesitas saber sobre esta impresionante obra de arte, que fue el orgullo de los rodios y el símbolo de su libertad. Te voy a explicar cómo se construyó, qué representaba, qué leyendas se tejieron en torno a ella y qué fue de ella tras su destrucción. Te aseguro que te vas a quedar con la boca abierta.
Una maravilla del mundo antiguo y hazaña arquitectónica sin precedentes
El coloso de Rodas fue una estatua de bronce que representaba al dios Helios, el dios del sol en la mitología griega. Se erigió en el siglo III a.C. en la isla de Rodas, en el mar Egeo, para conmemorar la victoria de los rodios sobre el rey macedonio Demetrio Poliorcetes, que había intentado conquistar la isla con un enorme ejército y una flota de más de 200 barcos.
Los rodios, que habían resistido el asedio durante un año, decidieron fundir el bronce de los barcos enemigos y usarlo para construir una estatua dedicada a su protector, Helios. Para ello, contrataron al escultor Cares de Lindos, que se inspiró en las famosas estatuas de Fidias, el autor del Zeus de Olimpia y la Atenea Partenos.
La construcción del coloso duró unos 12 años y requirió una gran cantidad de recursos y mano de obra. Se estima que la estatua pesaba unas 70 toneladas y medía unos 32 metros de altura, lo que la convertía en la estatua más alta del mundo antiguo. Se dice que se apoyaba sobre una base de mármol de unos 15 metros y que se sostenía con un armazón de hierro y piedra. Algunos autores afirman que la estatua tenía una corona de rayos en la cabeza, una antorcha en la mano derecha y una capa en el hombro izquierdo. Otros, en cambio, la describen con una lanza en la mano y un escudo en el brazo.
Lo que sí parece seguro es que el coloso se levantaba sobre el puerto de Rodas, aunque no está claro si lo hacía con las piernas separadas, como si formara un arco por el que pasaban los barcos, o si lo hacía con las piernas juntas, en una postura más natural. Sea como fuere, el coloso era una visión impresionante que causaba asombro y admiración a todos los que lo veían.
Una estatua de bronce símbolo de poder y gloria
El coloso de Rodas no era solo una obra de arte, sino también un símbolo de poder y gloria. Los rodios, que habían logrado mantener su independencia frente a los intentos de dominación de los reyes helenísticos, querían mostrar al mundo su riqueza y su orgullo. El coloso era una forma de agradecer al dios Helios su protección y su favor, y de demostrar su devoción y su piedad.
Pero el coloso también tenía un significado político y militar. Era una forma de advertir a los posibles enemigos de que Rodas era una isla inexpugnable, que contaba con una poderosa flota y una sólida alianza con Egipto y Roma. El coloso era una declaración de fuerza y de confianza, que hacía de Rodas una potencia en el Mediterráneo oriental.
Además, el coloso era un atractivo turístico y cultural. Muchos viajeros y comerciantes acudían a Rodas para ver la maravilla y para disfrutar de su ambiente cosmopolita y refinado. Rodas era famosa por su escuela de retórica, por su biblioteca y por su museo. El coloso era el emblema de una ciudad que se enorgullecía de su cultura y de su arte.
El destino trágico y legendario del Coloso de Rodas
Desgraciadamente, el coloso de Rodas no duró mucho tiempo en pie. En el año 226 a.C., un terremoto sacudió la isla y provocó la caída de la estatua, que se partió por las rodillas. Los rodios quedaron consternados y pidieron al oráculo de Delfos que les aconsejara qué hacer. El oráculo les dijo que no reconstruyeran el coloso, porque habían ofendido a Helios, y que lo dejaran tal como estaba.
Los rodios siguieron el consejo del oráculo y dejaron los restos del coloso en el suelo, donde permanecieron durante siglos. Se dice que era tal el tamaño de la estatua, que un hombre no podía abarcar con los brazos el dedo más pequeño. Muchos visitantes acudían a ver los restos del coloso y a maravillarse con su grandeza.
Entre ellos, se encontraba el famoso historiador Plinio el Viejo, que escribió: “Pocos hombres pueden rodear con sus brazos el pulgar, y sus dedos son más grandes que la mayoría de las estatuas. En el interior hay enormes cavernas, y se dice que en una ocasión se hallaron en ellas muchas piedras, y que los que las habían transportado allí habían sido sorprendidos por la noche y se habían refugiado en las manos”.
Pero el destino del coloso no acabó ahí. En el año 654 d.C., los árabes invadieron Rodas y se llevaron los restos del coloso, que vendieron como chatarra a un comerciante judío. Según una leyenda, se necesitaron 900 camellos para transportar el bronce del coloso, que fue fundido y reutilizado.
Sin embargo, el recuerdo del coloso no se borró de la memoria colectiva. A lo largo de la historia, muchos artistas y escritores se han inspirado en el coloso para crear sus obras. Por ejemplo, el poeta inglés William Shakespeare lo menciona en su obra Julio César, y el pintor francés Gustave Doré lo ilustra en su libro La historia de la antigua Grecia. También se han hecho varias películas y videojuegos sobre el coloso, como El coloso de Rodas, de 1961, o Rise of the Tomb Raider, de 2015.
Conclusión sobre el Coloso de Rodas
Como has visto, el coloso de Rodas fue una de las maravillas del mundo antiguo que más impacto causó en su época y que más fascinación ha generado a lo largo de la historia. Fue una obra maestra de la escultura y de la ingeniería, que reflejó el poder y la gloria de una ciudad que se atrevió a desafiar al cielo.
Pero el coloso también fue un símbolo de la fragilidad y la caducidad de las obras humanas, que pueden ser destruidas por la naturaleza o por la guerra. Su destino trágico y legendario nos recuerda que nada es eterno y que todo está sujeto al cambio.
Por eso, creo que el coloso de Rodas merece ser recordado y homenajeado, como una de las expresiones más sublimes del arte y de la cultura griega, y como una de las maravillas que han marcado la historia de la humanidad.
¿Y tú, qué opinas del coloso de Rodas? ¿Te gustaría haberlo visto en todo su esplendor? ¿Te gustaría que se reconstruyera algún día? ¿Qué otras maravillas del mundo antiguo te gustaría conocer? Te invito a que me dejes tus comentarios y a que compartas este artículo con tus amigos, para que ellos también puedan descubrir el coloso de Rodas.
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