El éxtasis de Santa Teresa de Bernini: la cumbre del Barroco que esconde más de lo que muestra
El éxtasis de Santa Teresa es una de las obras maestras indiscutibles de Gian Lorenzo Bernini, creada entre 1647 y 1652 para la Capilla Cornaro en la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma. Esta escultura de mármol blanco representa el momento descrito por Teresa de Ávila en su autobiografía, donde narra cómo un ángel le atravesó el corazón con una flecha de oro, provocándole un dolor físico intenso que, paradójicamente, se transformaba en un placer espiritual indescriptible.
Bernini, máximo exponente del Barroco italiano, consiguió plasmar ese instante preciso en el que dolor y éxtasis se fusionan, creando una obra que trasciende los límites de la escultura para convertirse en una experiencia sensorial completa. La santa, con su rostro en pleno arrobamiento, parece flotar sobre nubes de mármol, mientras el ángel, con una sonrisa enigmática, se dispone a atravesar nuevamente su corazón con la flecha divina.
¿Alguna vez has pensado en lo difícil que debe ser representar un orgasmo en piedra? Porque seamos sinceros, eso es exactamente lo que Bernini logró con esta obra. La cara de Teresa no es la de alguien experimentando solo una revelación espiritual; cualquiera que la observe sin contexto pensaría que estamos ante un momento de clímax sexual en toda regla. Y Bernini lo sabía perfectamente. La genialidad aquí está en haber camuflado ese éxtasis carnal bajo el manto de la experiencia mística, creando una ambigüedad tan provocativa que ni la mismísima Inquisición se atrevió a cuestionarla.
La obra se sitúa en el contexto de la Contrarreforma católica, cuando la Iglesia buscaba conectar emocionalmente con los fieles a través de un arte que apelara directamente a los sentidos y las emociones. Bernini respondió a este llamado creando no solo una escultura, sino un entorno teatral completo, con miembros de la familia Cornaro (patrocinadores de la capilla) observando la escena desde palcos laterales, como si estuvieran presenciando una obra teatral sagrada.
La innovación escultórica y espacial de Bernini
Maestría técnica al servicio de la emoción
La genialidad técnica de Bernini se manifiesta en cada detalle de esta composición. El tratamiento del mármol alcanza niveles de virtuosismo inéditos, logrando que un material duro y frío como la piedra transmita sensaciones de suavidad, movimiento y calidez. Los pliegues del hábito de Santa Teresa parecen agitarse por una brisa divina, mientras que las nubes que sostienen su cuerpo desafían la gravedad y las limitaciones propias del material.
La iluminación juega un papel fundamental en la obra. Bernini diseñó una ventana oculta con cristal amarillo sobre la escultura, creando un efecto de luz dorada que parece descender directamente del cielo, intensificando la experiencia sobrenatural que representa la escena. Este uso revolucionario de la luz natural como elemento escenográfico demuestra la concepción integral que tenía el artista del espacio arquitectónico y escultórico.
La obsesión de Bernini por controlar hasta el último rayo de luz que caía sobre su obra rayaba en lo neurótico. Se cuenta que pasaba horas observando cómo la luz cambiaba a lo largo del día en la capilla, y que llegó a modificar varias veces el ángulo de la ventana hasta conseguir exactamente el efecto deseado. Imagínatelo discutiendo con los obreros: “¡No, no! ¡La sombra debe caer exactamente en el pliegue derecho del hábito a las 11:23 de la mañana!”. El control freak definitivo del Barroco, pero oye, los resultados hablan por sí mismos.
La concepción teatral del espacio sagrado
La genialidad de Bernini no se limitó a la escultura central, sino que se extendió a toda la Capilla Cornaro, concebida como un espacio teatral donde la experiencia mística de Santa Teresa se convierte en un espectáculo sagrado. Los miembros de la familia Cornaro, representados en altorrelieve en los laterales de la capilla, aparecen conversando y debatiendo sobre la escena, como espectadores privilegiados de este evento sobrenatural.
Esta disposición escenográfica supuso una revolución en la concepción del espacio religioso, difuminando las fronteras entre arquitectura, escultura y teatro. Bernini creó un espacio inmersivo donde el fiel no solo contempla la obra de arte, sino que se ve envuelto en ella, participando emocionalmente de la experiencia mística representada.
Es como si Bernini hubiera inventado la realidad virtual barroca. La capilla Cornaro no es solo un espacio religioso; es el primer “experiential room” de la historia. Si viviera hoy, probablemente estaría diseñando instalaciones inmersivas en museos de arte contemporáneo o dirigiendo películas en IMAX 3D. Hay algo hilarante en pensar que los aristócratas Cornaro pagaron una fortuna para ser inmortalizados como esos tipos que siempre están en primera fila en un espectáculo, comentando todo en voz alta mientras el resto intentamos concentrarnos en lo importante. Algunos hábitos de la élite nunca cambian, ¿eh?
Entre lo divino y lo carnal: la controvertida representación del éxtasis
La descripción literaria como fuente de inspiración
Bernini se basó directamente en los escritos autobiográficos de Santa Teresa de Ávila para crear su obra. En su libro “Vida”, la santa describe así su experiencia:
“Veía un ángel cabe mí hacia el lado izquierdo, en forma corporal (…) No era grande, sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece todos se abrasan (…) Veíale en las manos un dardo de oro largo, y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter por el corazón algunas veces, y que me llegaba a las entrañas. Al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba toda abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor, que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay desear que se quite, ni se contenta el alma con menos que Dios.”
Este pasaje, cargado de sensualidad y ambigüedad, proporcionó a Bernini el material perfecto para crear una obra que oscila entre lo divino y lo carnal, entre el éxtasis religioso y el placer físico.
Si analizamos el texto original de Teresa de Ávila con una mirada del siglo XXI, parece el guion de una película poco apta para menores. La descripción detallada de la penetración del dardo, el fuego, el dolor que produce placer, los gemidos… Freud habría tenido material para escribir varios libros solo con este párrafo. Y Bernini, astuto como pocos, supo leer perfectamente entre líneas y trasladar toda esa tensión sexual a su escultura, pero con la suficiente sutileza para que pudiera presidir una capilla en vez de acabar en la hoguera.
La dualidad interpretativa de la obra
La genialidad de “El éxtasis de Santa Teresa” radica precisamente en su ambigüedad interpretativa. Para los ojos devotos, la obra representa el momento cumbre de la experiencia mística, la unión del alma con Dios. Sin embargo, la postura de la santa, su expresión facial de abandono, los labios entreabiertos y los ojos semicerrados han sido interpretados frecuentemente como la representación de un éxtasis sexual.
Esta dualidad interpretativa refleja perfectamente la fusión característica del Barroco entre lo espiritual y lo sensual, entre el cielo y la tierra. Bernini consiguió crear una imagen de devoción que no rehúye de la carnalidad humana, sino que la incorpora y trasciende, sugiriendo que la experiencia mística puede estar relacionada con los sentidos y el cuerpo, no solo con el intelecto o el alma.
La brillantez de Bernini fue crear una obra que permitía a cada espectador ver lo que estaba preparado para ver. Los clérigos veían fervor religioso, mientras que los más mundanos podían apreciar la evidente sensualidad sin tener que confesarse después. Es el equivalente escultórico de esas canciones pop actuales que hablan de “tocar el cielo” con dobles sentidos que todos captamos pero podemos fingir inocencia. La diferencia es que Bernini lo hizo en el siglo XVII, en el corazón de la Roma papal, y no solo se salió con la suya, sino que creó una de las obras más veneradas del arte occidental. Ese nivel de audacia merece un aplauso, aunque sea 370 años después.
El contexto histórico: arte, poder y religión en la Roma barroca
La Contrarreforma y el arte como propaganda
“El éxtasis de Santa Teresa” se enmarca en el periodo de la Contrarreforma católica, cuando la Iglesia, tras el Concilio de Trento (1545-1563), utilizó el arte como herramienta para reafirmar sus dogmas y conectar emocionalmente con los fieles, contrarrestando así el avance del protestantismo.
El Barroco se convirtió en el estilo artístico oficial de la Iglesia Católica, caracterizado por su dramatismo, emotividad y gran escala, buscando impresionar a los fieles y moverlos a la devoción. Bernini, como arquitecto y escultor principal de los papas, fue el máximo exponente de este estilo en Roma, creando obras que exaltaban la gloria de la Iglesia y transformaban la experiencia religiosa en un espectáculo sensorial inmersivo.
La Iglesia del siglo XVII encontró en el Barroco su mejor campaña de marketing. Si los protestantes apostaban por la austeridad visual y la conexión directa con Dios sin intermediarios, Roma respondió con un espectáculo sensorial que básicamente venía a decir: “¿Para qué leer la Biblia cuando puedes vivir una experiencia celestial en nuestras iglesias?”. En este contexto, Bernini era algo así como el director creativo de la agencia publicitaria del Vaticano, creando contenido viral antes de que existiera internet. Y el “Éxtasis” fue su obra más compartida, el meme barroco por excelencia.
El mecenazgo y la familia Cornaro
La Capilla Cornaro, donde se encuentra “El éxtasis de Santa Teresa”, fue encargada por el cardenal Federico Cornaro como capilla funeraria familiar. La elección de Santa Teresa, canonizada apenas 20 años antes (1622), no fue casual. La santa reformadora representaba el ideal de la renovación espiritual que promovía la Iglesia postridentina.
Los Cornaro, familia veneciana de gran influencia, utilizaron el mecenazgo artístico como forma de perpetuar su memoria y demostrar su poder y devoción. Al encargar una obra a Bernini, el artista más cotizado de Roma, y dedicarla a una santa recientemente canonizada, los Cornaro se posicionaban como defensores de la fe renovada y como familia de exquisito gusto artístico.
Lo que poca gente sabe es que Federico Cornaro no era precisamente un modelo de virtud carmelita. Su elección de Santa Teresa probablemente tenía menos que ver con una devoción personal y más con un cálculo político: alinearse con una santa española en un momento en que la influencia española en la política italiana era notable. Además, ¿qué mejor manera de lavar la imagen familiar que financiar una capilla espectacular? Era el equivalente barroco de cuando los multimillonarios actuales donan a causas benéficas para distraer la atención de sus cuestionables prácticas empresariales. El arte al servicio del blanqueamiento de imagen: otra tradición que no ha cambiado mucho en cuatro siglos.
La influencia y legado de la obra
La influencia de “El éxtasis de Santa Teresa” ha trascendido su tiempo y contexto religioso original para convertirse en un símbolo de la fusión entre espiritualidad y sensualidad en el arte. Su impacto se puede rastrear en expresiones artísticas tan diversas como la pintura romántica del siglo XIX, la fotografía surrealista o incluso el cine contemporáneo.
La forma en que Bernini captó el momento culminante de la experiencia mística, con su carga de ambigüedad entre el dolor y el placer, entre lo espiritual y lo carnal, ha servido de inspiración para artistas que han explorado la representación de estados alterados de conciencia, experiencias trascendentales o momentos de éxtasis en sus diferentes manifestaciones.
El legado de esta obra va mucho más allá del ámbito religioso. La próxima vez que veas una película donde un personaje tiene una experiencia sobrenatural con efectos especiales de luz dorada descendiendo desde arriba, recuerda que están copiando a Bernini. Cuando observes en publicidad la cara de alguien probando un chocolate con expresión de éxtasis absoluto, es herencia directa de Santa Teresa. Incluso algunas escenas íntimas del cine para adultos tienen más en común con esta escultura barroca de lo que sus creadores probablemente saben o admitirían. Bernini creó un lenguaje visual para representar el placer transcendental que seguimos usando hoy, aunque la mayoría de las veces lo hayamos despojado de su contexto religioso original.
Además, la concepción de la Capilla Cornaro como espacio teatral, donde arte y arquitectura se fusionan para crear una experiencia inmersiva, prefigura conceptos del arte contemporáneo como la instalación o los entornos inmersivos, demostrando la modernidad y visionaria mentalidad de su creador.
Conclusión: entre la fe y el deseo, el genio eterno de Bernini
“El éxtasis de Santa Teresa” permanece como una de las obras más fascinantes y complejas del arte occidental, precisamente por su capacidad para trascender categorías y despertar interpretaciones diversas. En ella, Bernini no solo demostró su incomparable maestría técnica, sino también su profunda comprensión de la psicología humana y su capacidad para expresar lo inefable.
Esta obra sigue desafiándonos hoy, cuatro siglos después de su creación, invitándonos a reflexionar sobre los límites entre lo sagrado y lo profano, entre el éxtasis espiritual y el placer sensual, entre la experiencia individual y la representación pública de las emociones más íntimas.
Gracias por acompañarnos en este recorrido por una de las obras maestras del Barroco. Si te ha gustado descubrir esas historias del arte que no siempre se cuentan en los libros oficiales, te invitamos a seguir explorando nuestra web, donde encontrarás muchas más miradas alternativas al patrimonio artístico que creías conocer.
Preguntas frecuentes sobre El éxtasis de Santa Teresa de Bernini
¿Cuándo se creó El éxtasis de Santa Teresa de Bernini?
Gian Lorenzo Bernini creó esta obra maestra entre 1647 y 1652 por encargo del cardenal Federico Cornaro para la capilla familiar en la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma.
¿Qué representa exactamente El éxtasis de Santa Teresa?
La escultura representa el momento descrito por Santa Teresa de Ávila en su autobiografía, donde un ángel le atraviesa el corazón con una flecha dorada, provocándole un dolor espiritual que se transforma en éxtasis divino, simbolizando la unión mística del alma con Dios.
¿Por qué se considera controvertida esta escultura?
La controversia surge por la ambigüedad en la representación del éxtasis de la santa, cuya expresión facial y postura corporal pueden interpretarse tanto como arrobamiento espiritual como placer carnal, fusionando lo divino y lo sensual de una manera que desafía las convenciones del arte religioso tradicional.
¿De qué material está hecha la escultura?
El éxtasis de Santa Teresa está esculpida principalmente en mármol blanco de Carrara, aunque Bernini incorporó elementos de bronce dorado para los rayos que simbolizan la luz divina.
¿Qué innovaciones técnicas introdujo Bernini con esta obra?
Bernini revolucionó el arte escultórico con su tratamiento magistral del mármol, logrando efectos de transparencia y movimiento, y especialmente con su concepción integral del espacio, incorporando elementos arquitectónicos, luz natural mediante ventanas ocultas y una disposición teatral que involucra al espectador en la experiencia.
¿Quiénes son las figuras que aparecen en los laterales de la capilla?
Son representaciones en altorrelieve de los miembros de la familia Cornaro, patrocinadores de la capilla, que aparecen como espectadores de la escena central desde lo que parecen palcos teatrales, reforzando la concepción escenográfica de toda la obra.
¿Por qué se eligió a Santa Teresa como tema para la capilla Cornaro?
Santa Teresa de Ávila había sido canonizada recientemente (1622) y representaba el ideal de la renovación espiritual promovida por la Contrarreforma católica. Para la familia Cornaro, esta elección demostraba su alineamiento con las tendencias religiosas contemporáneas y su estatus como mecenas de vanguardia.
¿Dónde se puede ver El éxtasis de Santa Teresa actualmente?
La obra sigue en su ubicación original: la Capilla Cornaro en la iglesia de Santa María de la Victoria en Roma, Italia. Se recomienda visitarla por la mañana, cuando la luz natural resalta los efectos lumínicos diseñados por Bernini.
¿Qué influencia ha tenido esta obra en el arte posterior?
El éxtasis de Santa Teresa ha influido enormemente en la representación artística de experiencias trascendentales y estados emocionales intensos, desde la pintura romántica hasta el cine contemporáneo. Su concepción del espacio como entorno inmersivo también anticipa conceptos del arte actual como la instalación y los entornos envolventes.
¿Qué otras obras importantes creó Bernini en Roma?
Entre las obras más destacadas de Bernini en Roma se encuentran el Baldaquino y la Cátedra de San Pedro en la Basílica de San Pedro, la Fuente de los Cuatro Ríos en la Plaza Navona, el Éxtasis del Beato Ludovico Albertoni, la Capilla Chigi, el David y el Apolo y Dafne en la Galería Borghese.